Los Lirios

Agromonte

 
  Fecha: 17-10-2020
  Finca: LOS LIRIOS
  Provincia: H
  Organización:   Agromonte
  Nivel:
  Calidad: -
   
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Amanecía soleado en la Romería de San Silvestre de Guzmán en la mañana del pasado 17 de Octubre, donde Abraham Vázquez había citado a los cazadores que iban a montear en la finca cercana a la localidad de Los Lirios.

Diversas juntas monteras se advertían en la zona, todas con sus peculiaridades y todas haciendo frente a este maldito COVID-19 que ha condicionado nuestras costumbres, intercambiando abrazos por codazos con aquellos a los que vemos de año en año. 

Así, a la llegada al lugar de encuentro, los cazadores iban accediendo al lugar del desayuno, no sin antes pasar por una zona habilitada para entregar la declaración responsable frente al virus y recoger ya la papeleta del puesto.

Así, y de forma rara llenábamos el estómago con unas buenas migas a sabiendas ya del lugar que íbamos a ocupar dentro de la mancha. En suertes el nueve de los olivos, puesto de traviesa.

Tras finalizar el desayuno, tomó la palabra Abraham y recordaba la importancia de las medidas de seguridad en el puesto, recordando el cupo de una cierva y haciendo hincapié en respetar los varetos, tras el característico rezo, fueron saliendo las armadas hacia el cazadero.

Al llegar a mi puesto, se podía escuchar ya la algarabía de perros acercándose al punto de suelta. Tras cargar el rifle lo primero que se aproximó fue un pelotón de ciclistas que se pararon al llegar a mi altura, tras hablar con el último de ellos me comenta que han visto el cartel pero se pensaban que les daba tiempo a pasar, “error”, justo en esas una piara cruza mi postura, por lo que tuve que hacerles ver que se habían metido en un lío, tras cuatro disparos me quedo con uno de la piara. Los ciclistas abandonan la zona por donde habían venido. Mientras, los perros ladran por todas partes y suenan disparos por la parte baja y mas apretada de la mancha. En el seis de mi armada, ocupado por Joaquín Mellado entraban una pelota de reses, quedándose con un bonito venado. La montería no había hecho mas que comenzar. Me acerqué a pinchar el jabalí y ponerlo a la sombra cuando un cochino “como un oso”, que emprende las de Villadiego. Le lanzo una salve y fallo, una segunda y mas de lo mismo, pero con la diferencia de que ahora aprieta agujas y sube revoluciones, le suelto el tercer taponazo y lo pierdo de vista en unas encinas mientras escucho el petardeo de un escape. ¡Joder como acelera el cabron!, ¡Ah no, que es una moto de enduro!. Se comprende que la zona está hoy transitada.

Vuelvo a mi puesto haciendo aspavientos al camino por donde aprieta puños el de la “motito”, pero este no se para.

Los caminos son de todos, me dice Ana, mientras cargo el Mauser. Hay guarros, hay guarros pasaba por mi mente, mientras no paraba de escucharse ladras y disparos.

La montería fue transcurriendo cuando una ladra lejana se acerca, un disparo de la traviesa me pone en alerta y ya escucho las jaras, me preparo y sale un cochino por nuestras espaldas que viene derechito al agujero donde tengo puesta la silla de Ana, a una distancia prudencial, mas o menos dos metros, le suelto un taponazo con la mas mala de las intenciones y me salgo con la mía. Si lo fallo se mete por debajo del catrecillo, tras el llegan dos guerreros del amigo Banda con su característico radiotransmisor, hay que ver que afean estos aparatos, me recuerdan estos perros a los coches de choque en las ferias de agosto.

Las rehalas de Manolito de Huelva y Benitín de la cinta, que iban llegando por aquellos entonces a mi postura fueron peinando con ahínco la mariposa de monte que tenía delante, cuando un perrillo da a parada y cobra, ¡malo!, le digo a Ana que se prepare que es un guarro y no debe ser malo, y poco tarda en liarse la contienda, jaras rotas, polvo, chillidos ladridos y bufidos se adivinaban en la espesura hasta que el mondongo se quiso mover. Fue entonces cuando emprendió la huida hacia la línea de batidores, lo adivinaba entre las jaras pero no alcé el rifle para dejarlo que rebasara a mis compañeros. A la priori era un lance fácil, porque el endiablado cochino le había sacado ventaja a los canes y los perreros lo empujaban a la voz de ¡ahí lo llevas, por todo el llano, ahí va el cochino!. Cuando llega a su sitio le lanzo un taponazo salpicándole dos kilos de tierra en la barriga, lo que le hizo apretar. La segunda salve lo peina y abate siete jaras, ¡a que se va?!...

Levanto el rifle para dejar que pase de la línea de tiro con mi vecino del 8 y entonces le lanzo otros tres disparos quedándome con el “pelucio” en el último de ellos. Pero ahí no queda la cosa, después de estar pataleando un rato se levanta y precipitadamente y para que no lleguen los perros y lie una “marimorena” le suelto otro tiro que tampoco le toca y es entonces cuando llega la artillería, por lo que no queda otra que echar mano al edición limitada de Covarsí y poner fin al desaguisado que se había montado en un momento.

Tercer cochino que quedaba en mi postura. El perrero se acercaba a darme la enhorabuena y tras sacar una fotillo, volvía a la mancha no tardando en dar los perros con el cochino que había tirado a primera hora en las mismas encinas donde le perdí de vista. Nos caía en la otra punta del mundo y el amigo Benitin estaba muy cerca por lo que como mandan los cánones y para evitar males mayores hendía el acero en el costado del cochino para que quedase en mi postura, y así fue.

El fragor de la montería fue apagándose, no sin antes transitar por mi postura varias ciervas, y algún marranchón que decidí respetar.

Una pareja de franceses paseaba muy tranquilos por el camino y me acerqué a advertirles de lo que allí acontecía, a lo que me respondían hablando como mal podían en español que no sabían lo que era una montería. Tras indicarles que apremiaran la marcha y se quitasen del medio marcharon y me percaté de que había un perro que no paraba de ladrar dentro del cortijo. No le di importancia.

Ya con las rehalas de vuelta, el amigo Banda levantaba un tremendo cochino que instantes antes había escuchado llegar y aplastarse, pero al que le cargaba aire. El artista a sabiendas de que yo estaba allí corrió hacia atrás. 

A todo esto, llevaba el perro jipando en el cortijo más de una hora, y a él se le sumaron algunos perros más que ahora liaban la de “San Quintín”, y fue cuando me di cuenta, de que lo que había, era una mole negra sacudiendo estopa a todo el que se arrimaba al césped del cortijo, ¡Qué guarro madre! Gritaba el perrero pidiendo que se le acudiese, por lo que rifle en mano y cuchillo en ristre acudí en ayuda de aquellos perretes, pero, al igual que a mi le paso al puesto siguiente que llegó antes abatiendo el “morondongo” aquél de certero disparo. ¡Menudo guarro!.

Se extendió la jornada hasta las tres de la tarde no sin antes pasar por allí una ruta de 4x4 de estos levantados de las ruedas gordas. ¡Joder con la postura!.

Nos retiraba el postor y nos conducía hasta la comida donde ordenados como en una boda y bien separados disfrutamos de la comida, comentando los lances de unos y los infortunios de otros. Así el amigo Joaquín Mellado se hacía con el venado que os comentaba al principio y con tres guarros, fallando un cuarto.  También disfrutó Daniel Pereira en el 7 de la armada de los Olivos, cobrando tres venados junto a su hermano Javier. Disfrutaba Elías Gonzales de dos lances en el uno de la Traviesa Central, quedándose con un venado y un cochino, respetando además una cochina seguida de rallones. Buen puesto hizo también Juan Ribera cobrando en el cuatro de la Traviesa Central dos venados, pudiendo haber abatido un tercero sobre el que no jugó lance por colarse por un lugar complicado para la seguridad con los compañeros ¡Olé esa actitud!. En el 8 del cierre de la adelfilla ocupado por un buen montero que omitiremos su nombre se jugaban tres lances a cochino, otro sobre un buen venado herrándolos todos y finalmente abatiendo una cierva.

También cumplió el tres del cierre de Botello, ocupado por Jaime Riesta que se quedó con mano diestra con cuatro cochinos de los cinco que tiró o el uno del cierre de Chacoca donde el amigo Raul se hacía con dos venados y una cierva. 

En fin, finalizaba así una montería muy entretenida que había cumplido como todos los años y a la que se le arrimó al plantel un total de 31 jabalíes con cinco bocas y 12 venados de montería.

Dar la enhorabuena a perros y perreros que lucharon en el infierno por el calor, y a Abraham Vázquez por el cuidado y mimo con que trata esta finca para que este día todo salga en orden.

Y desde Agromonte agradecer a todos los cazadores que año tras año confían en esta organización y la acompañan en esta montería. 

Fuente: Carlos Casilda

  


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