Pachorras

PMLaTraviesa

 
  Fecha: 05-02-2023
  Finca: PACHORRAS
  Provincia: CC
  Organización:   Lances de Altamira
  Nivel:
  Calidad: 1b
   
  98 71 32 0 0  
 
 

Pachorras

Chaqueta Caza BlaserChaqueta Caza BlaserChaqueta Caza BlaserChaqueta Caza Blaser

Silvadillo Los Pachorras: ¡Menuda Pachorrada!

Recuerdo aquella noche allá por el mes de diciembre del año 2021 tomando unas copas con Pedro del Cerro en Guadalupe. Ambos teníamos montería al día siguiente. Yo cazaba la mancha “pequeña” del Silvadillo Los Pachorras (Pachorrillas) y Pedro cazaba La Olivilla. Ambos nos conocíamos, pero poco más que saludarnos era lo que hacíamos cuando nos veíamos. Yo seguía de cerca a este orgánico de monterías. Daba unas monterías excepcionales en abierto y, en su gran mayoría de las veces, con éxito. Organizaba monterías bajo el nombre de “Lances de Altamira” y los monteros que le acompañaban gritaban al unísono como si de una película épica de guerra se tratase, la frase “Somos Lanceros”. Me recordaban a los valientes 300 guerreros espartanos que junto a su Rey Leónidas vencían en el desfiladero de las Termópilas a todo un ejercito de persas.

En mi mente, de nuevo, había un gran reto montero. Después de cazar las fincas “El Águila y El Hornillo” en una sola jornada y con éxito, ahora me rondaba cazar la finca El Silvadillo Los Pachorras también en una sola jornada.

Aquella noche en Guadalupe le hable al Capitán de Montería de los Lanceros de este proyecto, y quedamos en profundizar sobre el tema unos días después.

Aquella noche pude conocer un poco más a Pedro del Cerro. Hombre tranquilo, pausado en su expresión y que sabe escuchar. En poco tiempo me di cuenta que Pedro es un gran conocedor del campo, apasionado de la caza, honesto con sus Lanceros y gran trabajador. Respiraba y entendía la montería igual que yo. Estábamos totalmente de acuerdo ambos en que lo único que tiene en las manos un organizador de montería es hacer las cosas bien ya que los resultados, cuando cazas en abierto, quedan al capricho y antojo de la madre naturaleza.

Compartíamos las mismas ideas de como trabajar las manchas. Tranquilidad en ellas, agua, comida a discreción y saber buscar a la persona indicada para que nos ayude en el trabajo semanal de entrar en ellas.

Cerramos nuestro primer trato de colaboración y nos metimos de lleno en dos ambiciosos proyectos. Cazar la madre de todas las sierras de la comarca de La Jara “Espinosilla” y cazar en una sola jornada montera la finca “Silvadillo los Pachorras”.

JAMÁS, NUNCA JAMÁS se atrevió nadie a cazar el Silvadillo Los Pachorras en un solo día.

Como buen conocedor de esta finca, sabía que el reto no iba a ser nada fácil. Pero también sabía que buscando la ayuda correcta saldría bien.

Con la tranquilidad de tener a mi lado a la persona indicada para trabajar semanalmente la mancha, con la cual ya contaba desde hace unas temporadas, mi amigo Jose, “El Chata”. Que gran tipo eres Jose. Honesto, currante, serio, amable, gran conocedor del campo pero, sobre todo, me quedo con el primer adjetivo: Honesto, y hombre de palabra que siempre va de la mano.

Con la tranquilidad de tener al lado a uno de los mejores capitanes de monterías de este país, ¡eso también contaba! Por lo tanto el reto estaba resuelto en un 50%. Nos sentamos Pedro y yo para buscar la fecha correcta. Para mí, sin duda, era finales de enero o primeros de febrero, para Pedro también. Nos sentamos con Jose, marcamos los puntos a cebar y la fecha de inicio. Tiramos de plano en SigPac y dimos forma a las sueltas y manos. Lío gordo, 10 sueltas, 50 rehalas nos salían para cazar un mar de monte. Monte «apretao de cojones». Jarales de más de 4 metros, donde los perreros no ven el sol cuando entran en ellos. Grandes aulagares, brezales y zarzales con densos pinares defienden, abrigan y dan cama a jabalíes y venados en Silvadillo Los Pachorras.

Buscamos a las mejores rehalas para batir este mar de monte, juntamos a los mejores postores de cada equipo, y nos pusimos a organizar lo que, sin duda, sería la madre de todas las monterías de la comarca Las Villuercas e Ibores.

El Chata y yo durante todo el verano entrábamos semanalmente en la finca para asegurarnos que en los muchos puntos de agua entraban animales, también revisábamos los primeros puntos de cebo. La finca esta libre de ganado en estos meses de verano, por lo que los animales montunos no tienen competencia en cuanto a pastos se refiere. Con la tranquilad de tener la finca apartada en muchos kilómetros del mundanal ruido de las poblaciones, Silvadillo Los Pachorras se convierte para jabalíes y venados en un paraje perfecto para pasar los meses de estío. Si es cierto que en esta finca ni en fincas linderas se siembra cereal, por lo que el aporte de alimentos es fundamental. Aunque la montería estaba marcada muy lejos de estos meses de verano, es importantísimo tener caza ya en esas fechas, para luego esperar la entrada natural de más animales cuando lleguen los meses de agua y frio.

¡Agua y frío quería, y agua y frío llegó!

Nuestro esfuerzo, tanto en tiempo de trabajo cómo económico en mantener atendidos los comederos durante los meses de calor, se vieron rápidamente recompensados. Muchos jabalíes teníamos entrando a bañas y charcas donde sus pistas eran notables, para luego pasar las noches recostados a los comederos de cereal. El mes de septiembre llegó y el celo del venado con él. Muchos, muchos eran los venados que podíamos ver en los preciosos valles de la finca. Esperanzador era ver que nuestro esfuerzo estaba dando sus frutos. De septiembre a febrero quedaban muchas lunas por delante. Mantener aquello supondría un gran esfuerzo, pero Pedro y yo teníamos claro que merecía la pena hacerlo por los monteros que apostaran y confiaran en nosotros y en el proyecto.

Llegó octubre, llegó el mes de escuchar de nuevo las ladras en el monte, caracolas, el redoble de los rifles y esos perreros que se dejan el “gañote” empujando y animando a cazar a sus perros en lo más alto de las sierras y en los más profundos barrancos. Octubre, mes que huele a monte mojado con sus primeras aguas, a pólvora y a cuero y a las primeras lumbres que las rehalas encienden para asar panceta mientras esperan a sus perros. Octubre llega, y tanto Pedro como yo nos metemos de lleno en la difícil vorágine de organizar todo un calendario montero. Días y más días lejos de casa, entre monte, viendo sueltas, colocando las últimas cintas, durmiendo donde nos coge la noche y en cualquier parte. Extrañando el hogar y a tus seres queridos y luchando con unos y con otros, que ven en la caza todo lo contrario a lo que realmente es.

Mientras tanto, Jose “El Chata”, allí estaba, en su pueblo Alía. Trabajando sin parar; de mañana en su puesto de trabajo del Ayuntamiento, por las tardes atendiendo sus rehalas, como buen perrero que también es, y sacando horas varios días a la semana para ayudarme en las fincas que cazamos en esa zona.
Estaba tranquilo, muy tranquilo, Jose es hombre de bien. Esas manchas estaban atendidas.

Todas las semanas viajaba a esta población de Las Villuercas para entrar en las fincas con él, y comprobar que el trabajo estaba dando sus frutos. Mientras tanto, los días y meses iban pasando y nos acercaban a la fecha de la madre de todas las monterías de la comarca.

Pedro y yo decidimos hacer sorteo de puestos el día de antes a la montería. Son muchos puestos, muchas rehalas y mucho y duro terreno a cazar. Si la montería salía según nuestras previsiones, el trabajo en llevar la caza al cemento de la junta de carnes no iba a ser fácil. Por lo tanto teníamos que ganarle horas al día 5 de febrero, y no nos quedó otra solución que adelantar el sorteo.

El agua y el frío llegó y lo hizo con fuerza para recompensar y sumar en nuestro trabajo de tantos meses. Venados y jabalíes de toda la comarca buscaron el abrigo que les ofrece las tupidas y sanas manchas del Silvadillo Los Pachorras.

Asombroso era entrar en la finca dos meses antes de la fecha marcada. Pistas de cervuno por todos y cada uno de los rincones de la misma. Los jabalíes tenían totalmente hozados los sopiés, las partes adehesadas, las reforestaciones de alcornoques y encinas y, también, hozadas por dentro las manchas y encames. No dábamos a basto en descargar sacos de cereal en los distintos puntos marcados para cebar. Los viajes para llevar cereal a la finca por parte de Roberto se multiplicaban por cuatro, al igual que los kilos de alimento.

¡Ansiosos estábamos por abrir portones en Silvadillo Los Pachorras!

Con una previa muy divertida en Guadalupe, rodeados de amigos monteros, hicimos el sorteo de la montería en el Hotel la Hispanidad de Guadalupe. Sorteo ameno, con un magnífico ambiente y perfectamente atendidos todos por parte del personal que trabaja y dirige este hotel donde siempre nos alojamos.

El gran día estaba ahí, la hora de soltar llegaría de forma inminente, la suerte estaba echada y estaba todo organizado al milímetro. Un gran equipo de postores con gente que sabe de esto llevaría a cintas a los monteros, Jose se encargaría de llevar de forma ordenada a las 50 rehalas a las 10 sueltas marcadas.

Con dos juntas de desayuno, una a las 7:30 para aquellos monteros que ocupaban los puestos de los cierres de Hornias y Gargantilla y otra a las 8:30 de la mañana para el resto de la montería, a Pedro y a mí nos quedaban pocas horas para descansar algo después de esta gran previa, previa que por su ambiente parecía saber el gran resultado final.
Más que puntuales llegamos los primeros al catering Pedro y yo a eso de las 7 de la mañana, en la ermita de San Isidro de Alía, para esperar a nuestro equipo y a los madrugadores primeros monteros.
A las 8 de la mañana dimos salida a estos cierres. En segunda convocatoria llegaron el resto de los monteros. A las 11:30 de la mañana la mancha estaba cerrada.

Ni un solo disparo se escuchó hasta no entrar los coches de las rehalas en la mancha. Pero yo sabía que estaban allí, los “fantasmas de los pinos” observaban nuestros movimientos ocultados entre el denso monte de las manchas. En estas fechas, y después de varios meses de montería, a los venados les cuesta dar la cara en horas diurnas, sólo sabíamos de su presencia en la finca por los muchos rastros que marcaban al salir de la espesura del monte por la noche en busca de alimento.

Pedro se encargaba de llevar la mancha más al Norte, Los Pachorrillas, y yo en llevar la mancha más al sur, la que llamamos el Gran Valle de Los Pachorras.

Con alguna detonación repartida por los cuatro puntos cardinales de la finca dimos orden de abrir los portones de las 50 rehalas que “El Chata” se encargó de llevar a sueltas. Con rehaleros que conocían a la perfección sus manos y, ya dentro del monte, comenzó lo que fue un AUTENTICO ESPECTÁCULO MONTERO. Desde las 12 del medio día hasta las 4:30 de la tarde no pararon de sonar los rifles y las ladras por ese mar de monte.

Muchos monteros jugando 3,4,5, 6, 7 y hasta 8 lances a jabalíes y venados. Armadas enteras descargando los cargadores de sus armas.
En la traviesa y cuerda de los pinos, en las traviesa de solana, en la central, en las armadas del valle, de Hollinejos y en la del camino del viejo, los rifles no paraban de sonar.

Fue tal el espectáculo montero que estábamos viviendo tanto Pedro como yo, que casi no nos comunicábamos por las emisoras con las rehalas, ¡y mira que yo soy pesado en ello! Tampoco, en muy pocas ocasiones, nos comunicamos Pedro y yo durante la montería. Estábamos viviendo medio “atontados” LA MONTERÍA DE NUESTROS SUEÑOS”. Porque ninguno de los dos jamás cobramos 71 venados y 32 jabalíes en abierto.

Quiero agradecer el gran trabajo de Jose “El Chata”, el éxito de la montería es tuyo.

Dar las gracias al gran equipo de postores de Pedro y mío. A los muleros de Guadalupe “Los Momos” y a los muleros de La Calera, gracias Jesús. Por ellos, y si no fuera porque dos coches de postores quedaron atollados en el valle, toda la caza hubiera llegado de día al cemento. Mil gracias al gran trabajo de las rehalas, al catering de Luismi de Los Alisos. También a David, amigo y guarda de Hollinejos, por su ayuda en estar pendiente al mismo tiempo que controla y vigila su finca, en informarme de los movimientos en Silvadillo, además de darme sus consejos.

A Fran y a Edu por poner a nuestro servicio su hotel para el sorteo, además de su amable y cariñoso trato. José Luis gerente de restaurante El Montero de Alía, por atendernos en cocina y siempre fuera de hora cuando vamos a trabajar a la finca. Y, por supuesto, a la propiedad, tanto a Paco como a Antonia y también a Fran (Corju), por prestarme y ofrecerse siempre en ayudarme. MIL GRACIAS A LOS MONTEROS QUE CREYERON Y NOS ACOMPAÑARON.

Total: 130 animales. 

Nota: Montero, si al monte vas con una sonrisa y no tiras hoy, mañana igual tirarás, el campo te recompensará.

Gracias, gracias y mil veces gracias.

Una crónica de José Morales-Arce.

 


Montería Candidata a Mejor Montería de la Temporada (Finca abierta)

estrellas5 

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