Valdelacasa
Fecha: | 05-10-2024 | |
Finca: | EL COBERTIZO | |
Provincia: | CC | |
Organización: | Cinegética Garrido | |
Nivel: | ||
Calidad: | - |
48 | 27 | 14 | 0 | 3 | ||
Valdelacasa
Valdelacasa
Citaba Enrique Garrido a sus monteros en la mañana del día cinco de octubre para abrir temporada como siempre monteando la mancha del Cobertizo de la finca Valdelacasa.
A las ocho de la mañana comenzaban a llegar los allí citados a este gran día en familia, en el que por norma general el resultado pasa a un segundo plano, siendo cita ineludible donde el protagonismo lo cobran los reencuentros después del largo descanso entre temporadas en la que no se coincide con la mayoría de amigos aficionados.
Ocho y treinta cuando comenzaba el baile y el amigo Enrique daba las últimas indicaciones sobre la mancha.
Con muy poquita luz comenzaban las bolas del bingo dentro de esa curtida bolsa a repartir suerte entre los asistentes, con la intención de partir temprano al cazadero y disfrutar al máximo del potencial de las rehalas, a las que estos primeros compases monteros les coge todavía calentando motores.
Partían las dos primeras armadas con los albores de la mañana que se presentaba de momento fresca y sin aire.
Poco a poco iban saliendo los asistentes hacia el cazadero, sin prisas pero sin pausas y no tardó Garrido en llamarme a filas, en la mesa tan solo un sobre, el que me habían dejado mis compañeros de armada, a cubrir, el dos del cierre de aceitunilla que en esta ocasión montaba el amigo Pedro Serrano.
La particularidad que tenía este pequeño cierre de cinco posturas en esta ocasión no era otra salvo que hacíamos traviesa al cazar la vecina aceitunilla, aunque del uno al tres se nos metía el pico de la otra Valdelacasa entre una montería y otra, por lo que estaríamos a unos cuatrocientos metros de la otra mancha que cazaban los vecinos, distancia mínima dado que los perros y las reses, no entienden de lindes sino de escapes.
Se nos pidió a nuestra armada en particular que montásemos muy en silencio, dado que había una gran cantidad de muflones que se habían visto en la zona y no queríamos que se metieran en la finca de al lado. Así lo hicimos y tras entrar con un solo vehículo y dejándonos a cada uno en nuestra plica, me disponía a cargar el rifle cuando la primera cierva se metía a la mancha de la otra Valdelacasa.
El reloj marcaba las once cuando los primeros disparos de nuestros vecinos me hacían darme la vuelta y estar pendiente a los acontecimientos. No tardaron mis vecinos Pacenses del número tres en hacer sus primeros disparos, seguidos de una precipitada carrera entre la mancha que vino a cesar a un chaparrete que tenía un poco por encima. Confirmando el vareteo de las jaras que el animal, había quedado allí abatido.
No tardaron en sucederse disparos en los últimos puestos de mi armada y en el sopié, lo que indicaba que los animales se estaban moviendo, algunos movidos por la algarabía de la suelta vecina. Cuando de repente un disparo de mi vecino del uno me saca de mi letargo.
Poco tardó la situación en repetirse, pero esta vez los perros entraron en el manchón de mis espaldas, levantando un precioso venado que corría para fuera. Sin pensarlo lo metí en la cruz, le corrí la mano y de una preciosa tumbadilla dio con sus huesos en tierra. Pero justo cuando celebraba el disparo veo que hace el ademán de levantarse y le segundo disparo, incorporándose y emprendiendo una alocada carrera, acerrojo y lanzo la tercera salve sin éxito. Poco después mis vecinos madrileños del número uno me lo rematan.
La cosa pintaba bien, no habíamos soltado y ya habíamos cobrado un venado a medias con el uno, y dos ciervas una del uno y otra del tres.
El reloj marcaba las once y cuarto cuando pasaban las rehalas de los amigos David Regalado y Conduchos de Higuera, que tiene una hija con una afición terrible.
Con la suelta, pude escuchar perfectamente como los jabalíes, inquietos en su encame comenzaban a moverse, había guarros, y muchos en los bajos del peñón que teníamos delante.
Las primeras ladras fueron tras las abundantes ciervas que allí se encontraban agazapadas pero la paciencia y tesón de estas dos rehalas, esperando a que los perros volviesen para coger fuerzas y volver a empezar hicieron que no tardasen en dar con los encames de las cochinas con los jabatos y los disparos se fueron sucediendo repartidos en este rincón de la montería. Así, mis vecinos del uno se hacían con tres ciervas y mis vecinos del tres jugaban hasta cuatro lances más, haciéndose con dos ciervas y un cochino.
La escasez de cobertura no me permitió en esta ocasión seguir la montería por radio patio, pero a cuentagotas iban llegando noticias por la emisora de los abates.
El amigo Alberto en el cinco de la cuerda le remataba un muflón a su vecino, los hermanos Rando en el tres de los peñones jugaban cuatro lances a venado cobrando dos, uno de ellos muy bonito.
Eduardo Veiga que no falta a esta cita anual contaba mas de treinta muflones abandonando la finca por su postura, entre los que iban la mayoría ejemplares de los denominados “plataneros”, sin jugar lance con ellos. ¡Olé por el montero!.
La mañana pasó de estar fresca, nublada y con una neblina débil a un sol castigador que azotó a las rehalas en su empeño, dificultando así su labor en este primer día de caza mayor de la temporada.
Ya cazando de vuelta, un par de perros dieron con un cochino en la hoya de delante mía, el cochino jugaba con los canes que persistentes lo empujaban una y otra vez y siempre hacía las mismas jugarretas, volviéndose cuando estaba a punto de romper al acero que dominábamos las posturas.
En varias ocasiones vi a “Calcetines”, que así se llamaba el perro levantar al cochino y cuando los perreros estaban justo enfrente mía, le metieron más carga de perros y emprendió una larga y preciosa ladra, en la que por un segundo pude ver el cochino, pero alineado totalmente con los batidores y haciéndo exáctamente lo mismo que las veces anteriores, no jugué lance por el peligro que entrañaba. Ahora, en su carrera tuvo la suerte de toparse con un par de ciervas que no sabían dónde meterse, y los perros abandonaron al valiente y pequeño cochino para seguir a las reses sobre las que jugó lance el sopié. La montería tocaba su fin y los monteros nos dirigíamos al cobertizo donde se celebra la comida y se sacan las reses.
El triunfador de la jornada era el amigo Angel Collado que se hacía con el mejor de los venados, que, pillo el, venía bordeando el peñón en el que se encontraba dándole la vuelta a los canes de zorreo, y que de certero disparo puso fin a su intento de huida.
Tampoco se le dio mal al amigo Mariano Donoso que se hacía con el primero de la temporada para su cuenta particular.
En fin, una buena jornada donde hubo varios puestos con dos venados, uno con dos venados y un muflón, otros de un venado y un jabalí, en fin, que los que tuvieron la oportunidad, la aprovecharon.
El plantel fue completándose un poco más lento que de costumbre y los monteros disfrutaban de la comida comentando que la caza había estado concentrada en la parte derecha del mapa de la montería, aunque se fue repartiendo poco a poco y dio juego al disfrute de todas las armadas. Finalmente veintisiete venados destacando algunos de ellos por encima de la media, catorce jabalíes y tres muflones se cobraban junto a algunas ciervas. Plantel que no se llegó a conformar dado que por las elevadas temperaturas se le dio carta libre a los carniceros para que se empleasen en que la carne no se desperdiciase.
Los asistentes aguantaron hasta bien entrada la tarde en la que no había ganas de abandonar el lugar gracias a la grata compañía y el buen ambiente que se respiraba.
Como digo todos los años al acabar de contaros este primer día de caza en Valdelacasa. ¡Volveremos!...
Fte,: Carlos Casilda