Campoameno
Fecha: | 26-11-2011 | |
Finca: | LA NORIA | |
Provincia: | HU | |
Organización: | S M La Patrona | |
Nivel: | ||
Calidad: | - |
30 | 18 | 32 | 0 | 16 | ||
Los monteros de la peña “La Traviesa” nos hemos dado cita en otra finca importantísima en el calendario de caza que, por méritos propios, se está haciendo un hueco entre las imprescindibles de la temporada.
El pasado trece de noviembre fuimos convocados en Oliva de Mérida, en una mañana cálida y luminosa, que anunciaba un estupendo día de campo.
El desayuno se iba animando y la mañana llenando de ese delicioso murmullo del gentío allí convocado, mezclado con la algarada de los perros en los camiones. De nuevo todos juntos por una pasión común.
Tras un discreto desayuno de migas los presentes se colocaron en torno a la mesa donde se procedía a nombrar a todos los monteros para el sorteo de puestos. Antes, claro está, nos encomendamos al Padre para que velara por nuestra suerte, en la que no sólo nos va la vida sino también la esperanza de tener un bonito lance de esos que se recuerdan para siempre.
Finalizado el sorteo pusimos rumbo a Campoameno, patria defendida por Juanmi, el guarda de esta bonita finca, que con tanto celo cuida.
Y como si de un ritual que no exige de ninguna explicación, los monteros, guiados por los postores, fueron colocándose en cierres y traviesas, para no dar tregua a los cochinos, que luego resultaron ser más astutos y sibilinos de lo que cabía esperar.
Hasta los venados dieron la sorpresa, pues no fueron pocos los que salieron airosos, poniendo pies –más bien patas- en polvorosa tras el yerro en el tiro.
Míticas como la Traviesa del Caracol o la Traviesa Chica dieron mucho juego. Los disparos se sucedían, con más frecuencia en la zona de solana. En la umbría, los guarros, en el trepidante juego contra la muerte, despistaban constantemente a los perros y se resistían a salir a las posturas, conocedores, por instinto o por experiencia, que el mejor refugio es el laberinto del monte cerrado.
Ése es su terreno y allí mandan ellos. Hacen falta muchos podencos para doblegar a un marrano en las marañas de los jarales. Trece rehalas parecían pocas para remover estos finísimos cochinos que se resistían a dar la cara en campo abierto.
Los venados, más confiados en sus capacidades para la huida, y más temerosos que los anteriores, sí se dejaron ver, pero el resultado final no reportó digna cuenta de lo que se tiró y lo que se falló, a juzgar por el tiroteo que no cesaba.
En lo más adentro del monte se produjeron muchas ladras y algún que otro agarre. En uno de estos lances de vida o muerte un jabalí asestó un navajazo a uno de los perros de Pedro Pablo. Casi le va la vida en ello porque salió mal parado con un pulmón perforado. Afortunadamente se está recuperando y pronto volveremos a verlo en la vanguardia, para alegría de todos.
Ya de recogida, en el cortijo, los postores iban sumando reses a la plana allí expuesta. En total quince jabalíes y cinco venados.
Tras la satisfacción de haber vivido una jornada intensa y con el olor de la jara en la ropa nos fuimos de allí con buen sabor de boca.